Los habitantes de Roma eran muy aficionados a los espectáculos y a los emperadores les gustaba que su pueblo estuviera entretenido. Igual que nosotros tenemos cines, museos o parques de atracciones para pasarlo bien, ellos disponían de lugares especiales donde divertirse: teatros para ver obras dramáticas, circos destinados a carreras de caballos, o anfiteatros para disfrutar de actividades festivas variadas.
Pues bien, el Coliseo de Roma era un gran anfiteatro romano, el más grande e importante de todos los que han existido. En realidad, se llama Anfiteatro Flavio, pero todo el mundo lo conoce como el Coliseo romano.